por Johanna Sanhueza S, Área Técnica – Fundación Tierra de Esperanza

  

 

Nacional. Para el común de las personas resulta difícil pensar que un adulto pueda estar interesado en acceder sexualmente a una niña o niño menor de edad a cambio de alguna retribución, ya sea económica o material. Y más difícil pensarlo, cuando estos adultos se desenvuelven “normalmente” en su grupo familiar y/o red social.

 

Sin embargo, aún cuando resulte doloroso e inaceptable para quienes nos dedicamos a las ciencias humanas, y particularmente a los fenómenos asociados al segmento infanto-juvenil, no es sorpresa el hallazgo asociado a la “Operación Heidi” ni los testimonios que pudiéramos encontrar desde la voz de sus víctimas, que son finalmente sobrevivientes de un enmarañado mundo liderado por redes de adultos.

 

La explotación sexual infantil (ESCNNA) es un delito y se constituye en una de las mayores aberraciones que lamentablemente existen en nuestra sociedad. Precisar que no sólo compromete penalmente a quien realiza la acción de “vender los servicios sexuales” de un niño, niña o adolescente”, sino también a quien ha participado en actividades asociadas tales como el reclutamiento, traslado, recepción, alojamiento, sin dejar de mencionar al “cliente”, el cual es considerado un agresor directo en este tipo de delitos.

 

Lo complejo del fenómeno de la ESCNNA radica en su expresión multifactorial, lo que produce en la víctima la sensación de que no hay escape o salida. Como mecanismo de sobrevivencia, la víctima tiende a “autorresponsabilizarse” de esta situación, validando los pseudobeneficios que pudiera recibir (independencia, acceso a bienes, protección), pero que en la realidad sólo son un espejismo frente a la soledad, abandono y carencia afectiva que se anidan en su historia de vida.

 

Lograr avanzar en este tema podría permitirnos acceder a la punta de un iceberg que hoy desconocemos. De aquí la importancia de tener presente que la ESCNNA es uno de los delitos más esquivos en su detección, con una gran capacidad de mutación en la forma de operar; pero tan solo, sensibilizándonos en desmitificar el concepto de “prostitución infantil”, estaríamos contribuyendo a visibilizar que quienes se ven involucrados en estos actos criminales, están incurriendo en un acto delictual de connotación pública que nos compete a todos como sociedad.