Por Juan San Martín Vera, psicólogo de la Universidad de Concepción e investigador de Gestión del Conocimiento de Fundación Tierra de Esperanza. Magister en Investigación Social y Desarrollo, Universidad de Concepción.


El debate entre investigación y práctica

 

Tradicionalmente se ha señalado que existe una brecha entre investigación y práctica en distintas áreas del conocimiento, y que además, ocurriría lo propio en el ámbito de la intervención social. Se plantea que la investigación se ha desarrollado en forma aislada de los problemas reales, y que los resultados obtenidos en condiciones controladas y aisladas, no son atingentes a las dificultades reales del contexto de intervención. En tanto, desde el mundo académico se defiende el valor intrínseco de la generación de conocimiento y se plantea que los interventores no se preocupan de aplicar los resultados de los estudios. Aparentemente estas posturas podrían resultar irreconciliables, sin embargo, cada vez cobra mayor fuerza aquellas acciones que buscan integrar la intervención e investigación.

 

Por una parte se reconoce el aporte que puede representar aquella investigación  que considera los factores del contexto aplicado; mientras que por otra,  distintos organismos promueven que las intervenciones psicosociales que ejecutan los  programas corresponden a aquellas que cuentan con mayor respaldo empírico.

 

 

En Fundación Tierra de Esperanza, durante los dos últimos años, su área de Gestión del Conocimiento ha tenido la oportunidad de conducir estudios en áreas de gran relevancia para su población atendida. Hemos contado con la confianza de instituciones con las que colaboramos a través de los programas de intervención, logrando adjudicar estudios de investigación  en las áreas de salud mental, medición de resultados de tratamiento y búsqueda de evidencia. A ello se suman los esfuerzos realizados desde la Fundación para estudiar la temática de la reinserción social desde la mirada de distintos actores del sistema de justicia juvenil y de los propios usuarios. Como resultado de lo anterior ha sido posible relevar  distintas problemáticas que nuestros equipos han visualizado en estos últimos años (Ej.: salud mental de los jóvenes privados de libertad, carencias del sistema de atención en salud mental) y poder aportar antecedentes a otros actores que trabajan con la misma población.

  

Oportunidades y desafíos

 

Durante estos años de trabajo los equipos de intervención han adquirido significativos conocimientos respecto de las características de nuestros usuarios, sus familias, los factores contextuales que influyen en el desarrollo de las problemáticas y sobre los modos de intervención que resultan más eficaces. Consideramos que dicho conocimiento debe ser rescatado y difundido, ya que constituye un aporte significativo para la mejora de nuestros procesos de intervención.  

A nivel de los equipos, poner en práctica de competencias investigativas y de sistematización de experiencias constituye un ejercicio que enriquece el quehacer profesional, ya que permite concebir los problemas que se enfrentan a diario desde nuevas perspectivas e ir en búsqueda de nuevas estrategias de solución.

 

En términos metodológicos el conocimiento generado desde el contexto de intervención alcanza mayores niveles de validez y puede resultar de gran relevancia práctica para otros equipos en condiciones similares. La experiencia en intervención resulta relevante desde la misma identificación de las temáticas a investigar, a la formulación de las preguntas, la selección de la población, la selección de metodología y en forma especial en el analisis e interpretación de los resultados.

 

A nivel institucional contar con la capacidad instalada para poder conducir investigaciones en áreas relevantes para la intervención y con equipos profesionales que logren vincular dichos conocimientos con la práctica, constituye un importante desafío que nos permitirá seguir contribuyendo al país desde nuestra misión como Fundación.