En esta ocasión fueron los programas de la zona sur quienes participaron en esta actividad formativa que es parte del plan de mejora continua de Fundación Tierra de Esperanza, y que de manera coordinada establece desde el ámbito técnico a la salud mental como prioridad.

Hoy los intentos suicidas en la población adolescentes es una realidad más frecuente de lo que se piensa. Y la consumación de estos intentos es real: la segunda causa de muerte es entre los 15 a 24 años.

La pandemia no ha hecho más que hacer visible a la salud mental como un problema que debe ser abordado en forma urgente. Es por esta razón que Fundación Tierra de Esperanza continúa poniendo el tema como prioridad en la agenda de formación.

Tamara Cumsille.

Tamara Cumsille, supervisora zonal sur en la institución, recientemente capacitó a en esta temática a equipos de este territorio: ” la necesidad surge desde los proyectos de justicia juvenil de la zona sur, considerando las diversas situaciones complejas en el ámbito de salud mental de los y las adolescentes y jóvenes que participan de los proyectos. Se observa la conducta suicida como un problema de salud pública que se ha agudizado en periodo de pandemia y los equipos requieren de herramientas para detectar indicadores y realizar acciones pertinentes según cada situación”

Por esta razón, Tamara Cumsille, hizo un llamado a estar siempre alerta. “La importancia de estar atentos a las necesidades de los adolescentes y jóvenes y a los indicadores presentes, va a permitir un abordaje oportuno y pertinente. Junto con esto la gestión de las redes para realizar abordajes integrados y coordinados es relevante para la intervención”, indicó.  

Alicia Gatica es directora del programa PAI Newenche de Osorno, de la línea de tratamiento para la rehabilitación en consumo problemático de drogas, y señaló que esta capacitación “contribuye a refrescar conocimiento en el caso de los que ya nos hemos sido capacitados, y en el caso de los profesionales nuevos que se han ido incorporando, contribuye a que tengan herramientas para el abordaje terapéutico. Y así manejemos el mismo lenguaje que nos permita analizar casos para poder intervenir en forma adecuada”.

Además, agregó que “si bien es cierto en nuestro programa no se ha intensificado en un porcentaje relevante la incidencia de riesgo suicida que se pudiera atribuir a la pandemia, siempre es un tema que hay que observar en forma permanente debido a que la etapa de la adolescencia, sumado al consumo de drogas ya incrementa el riego como tal y eventualmente han surgido algunos casos en que hemos tenido que estar atentos ante la contingencia. Respecto a la salud mental en general, si hemos visto situaciones altamente estresantes, de labilidad emocional no solo en nuestros jóvenes relativos al encierro; sino también, en los referentes significativos ante situación tales como el haber perdido estabilidad o ingresos económicos, el deber compartir tareas no solo en lo laboral sino también lo educacional de los hijos, adecuar rutinas diarias en espacios reducidos, entre otros, lo cual ha generado que los equipos en forma transversal estén entregando contención emocional y apoyo respecto de acceso a redes y beneficios que pudieran ir en apoyo de las familias en su diario vivir”.