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En promedio, un niño adicto a las benzodiacepinas inicia su consumo a los 12 años. Se trata de una problemática silenciosa y en alza, por tratarse de una droga de fácil acceso y sin el estigma de la ilegalidad. Pero hoy, el tratamiento para grupos vulnerables es casi inexistente, reduciéndose mayoritariamente a programas para jóvenes infractores de ley.
Un tema que cobra más fuerza en estos días, cuando el nuevo gobierno acaba de instituir una Comisión de infancia con la promesa de solucionar las falencias históricas del Estado en la materia de niñez y adolescencia ¿Qué tiene que pasar para que un niño decida tomar pastillas, hasta volverse adicto, para no recordar?

 

Fuente: http://impresa.lasegunda.com/2018/04/13/V/V-20180413-006
Diario La Segunda, viernes 13 de abril de 2018