En los cerca de cien programas que Fundación Tierra de Esperanza tiene localizados desde Iquique a Puerto Montt, el trabajo para la niñez y adolescencia se desarrolla a diario sin detenerse por la pandemia. Los equipos incorporaron nuevas prácticas a la gestión, y fortalecieron el trabajo colaborativo en beneficio de la niñez y adolescencia.

Es así como en cada zona donde está presente Tierra de Esperanza se materializa la misión institucional. Al respecto, las directoras zonales, profundizaron cómo ha sido este periodo y los aprendizajes en un periodo donde el mundo debió adaptarse a nuevas formas para funcionar en la cotidianidad.

“Ha sido un periodo de un trabajo muy de equipo y participativo”.

Marisol Flores Vargas, directora zonal norte.

Para Marisol Flores Vargas, directora zonal norte de las regiones de Tarapacá, Antofagasta y Atacama, en cada programa de Fundación Tierra de Esperanza se ha evidenciado la colaboración y la participación. De esta forma, en un trabajo que se cruza en todo momento con lo humano, para ella es necesario valorar la capacidad que los profesionales han tenido para habituarse a esta nueva forma de relacionarse. “Valoro en este periodo la capacidad que han tenido los distintos profesionales para adaptarse a las condiciones de trabajo en el contexto de pandemia. Ha sido distinto y un proceso de aprendizaje, por ejemplo, para organizar las reuniones técnicas, los análisis de casos o cómo nos coordinamos para el trabajo. En un comienzo, nos adaptarnos a las cuarentenas totales y así nos adaptarnos también a las distintas fases del plan Paso a Paso. Eso significó cambiar permanentemente de estrategias de intervención, por lo tanto, es un elemento que rescato: un trabajo muy en equipo (…) ha sido un trabajo participativo y eso es algo que hay que resaltar,. Cada uno pudo expresar y exponer la mejor idea para ir desarrollando múltiples estrategias que se han ido dando para poder tener vínculo con los niños, niñas, familias y los jóvenes; por ejemplo con estos últimos, utilizando redes sociales . También realizar técnicas de encuentro y de expresión artística, lo que fue valorado en este periodo”, indicó.

Además, destacó que dentro de los aprendizajes hay algo claro: es posible avanzar. “Sí se puede. Se puede salir del metro cuadrado, se puede salir de la caja , donde muchas veces estábamos haciendo lo que dice la orientación técnica y guiándonos por lo que años hacíamos, haciendo una intervención más tradicional por así decirlo, y han salido súper buenas experiencias de cómo utilizar estrategias que antes no ocupábamos y que han tenido buenos resultados, derribando mitos también, con estrategias que esperemos que llegaron para quedarse”. Por otro lado afirmó que hay cosas irremplazables y que se extrañan: “el contacto físico es fundamental, y tal vez, nunca habíamos valorado tanto los espacios de equipo, de saludarnos en la mañana o compartir un desayuno. Teníamos espacios de autocuidado donde podíamos abrazarnos, eso ha sido un aprendizaje para la vida en general, que esos espacios que teníamos rutinarios o cotidianos, hoy los valoramos y los echamos de menos, nos gustaría mucho abrazarnos en el reencuentro”. Sin embargo, sabe que las medidas sanitarias y el autocuidado estarán por un largo tiempo acompañando las nuevas formas de trabajar, por lo que los abrazos seguirán desde el corazón.

El desafío de valorar los aprendizajes

Según la tendencia instalada por la pandemia, las rutinas y el quehacer diario seguirán por un buen tiempo siendo adaptables a los contextos. Al respecto, Marisol Flores indico que “precisamente ese es el desafío, el poder prepararnos para volver al trabajo presencial, acomodar nuestras rutinas laborales y familiares, y preparándonos para esta otra forma de trabajar que vamos a tener y donde espero de verdad que podamos reconocer los aprendizajes que hemos tenido, valorarlos, pero por sobre todo valorar la importancia que tiene el vínculo y la cercanía, ya sea con nuestros compañero de trabajo, como también nuestros usuarios”, acotó la directora zonal norte.

“Atesoro que nos sigamos manteniendo conectados y cercanos”

Paula Carrasco Cabrales, directora zonal centro.

Paula Carrasco Cabrales, directora zonal centro en las regiones de Valparaíso, Metropolitana y O´Higgins, señaló que “nuestros equipos de intervención, en las distintas líneas institucionales, han demostrado un alto compromiso frente al abordaje de las necesidades interventivas de niños, niñas, jóvenes y familias, adaptando las metodologías a una nueva forma de trabajo. Se han coordinado de manera sistemática con las redes, y han estado muy coordinados con el apoyo institucional que desde las zonas hemos entregado, previa coordinación con el nivel central. Ha sido un periodo que ha exigido desafíos entorno a la flexibilidad, la adaptación, la coordinación estrecha entorno al trabajo y el desarrollo de nuevas prácticas interventivas y de cuidado de los equipos, pero que además , nos ha invitado a mirarnos desde nuestros espacios más privados: hemos debido adaptar las implicancias del trabajo desde casa y exponer en cierta medida nuestro mundo personal y familiar. A partir de ello, destaco el liderazgo de directores que han sabido leer las necesidades de los equipos, y han sido criteriosos lidiando con los objetivos de los proyectos en la intervención, y el cuidado de las personas”. 

Además, Paula Carrasco destacó que el periodo también representa enseñanzas e indicó que “atesoro que nos hemos podido seguir manteniendo conectados y cercanos, pese a la distancia física (…) valoro la empatía y la magia desarrollada en nuestra zona, respecto de compartir noticias entre directores y equipos, en relación a lo que ocurre con usuarios/as y familias,. Asimismo, con alguna dificultad que ocurra en algún profesional o director, dando diversas muestras de apoyo. Ha sido un periodo difícil en lo emocional, y en las rutinas cotidianas, por lo que el compañerismo es un ámbito valorado”. 

“Presentamos grandes desafíos”

Además de los desafíos que implican los cambios en la política pública con la incorporación de los nuevos servicios Mejor Niñez y el Servicio de Reinserción Social y Juvenil; como también, los cuidados permanentes en esta nueva forma de convivir desde el cuidado en contexto de la pandemia, indicó que ” como institución, tenemos el gran desafío de poner sobre la mesa todos los elementos involucrados, y favorecer un trabajo dedicado y de calidad, atendiendo a las necesidades particulares de niños, niñas, jóvenes y familias, así como a las situaciones que enfrentan los integrantes de nuestros equipos. 
En adelante, debemos seguir muy atentos, a escuchar las necesidades emergentes, observar los contextos y la manera en que cambian, y mantener nuestro trabajo en pos de los/as niños/as y familias, que tantas complejidades han enfrentado en este periodo de pandemia.  Nuestra invitación permanente, es a coordinarnos de manera mancomunada desde los distintos roles y funciones que desempeñamos, y enfrentar juntos los desafíos que el contexto nos plantea. Creo que juntos, hemos sido grandes en el despliegue de iniciativas, acompañamiento, enfrentamiento de dificultades, y eso nos ha permitido salir a flote ante un escenario tan complejo como el vivido a nivel mundial. 

El trabajo coordinado entre las Direcciones, las Zonas y los equipos ha permitido que podamos sacar adelante esta tarea”

Andrea González Lleufu, directora zonal sur.

Andrea González Lleufu es directora de la zona sur de las regiones del Biobío, La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos, . Al igual que las directoras de las zonas norte y centro, reconoce el trabajo desarrollado por los equipos donde la creatividad para impulsar el trabajo es valioso. “ Valoro el que se hayan ideado estrategias novedosas, por ejemplo, mandar guías de trabajo y los materiales para desarrollarlas; la entrega del KIT de emergencia artística, la cápsula para motivar adherencia al tratamiento farmacológico a los usuarios y usuarias de los programas correspondientes; todo ello, ha permitido  seguir desarrollando el trabajo con los niños, niñas y adolescentes, siempre estando atentos a las necesidades reales; pero además, valoro el que los equipos se sigan cuidando en sus espacios laborales, lo que ha permitido también a que los usuarios y ususarias, aprendan a cuidarse“. Es desde la experiencia y contacto con los equipos que también reconoce los esfuerzos desplegados, y que están en concordancia a los valores y principios institucionales que también hace visible la solidaridad: ” valoro los esfuerzos por dar apoyo en alimentos y otras necesidades con colectas, rifas y otras actividades a las familias y usuarios, que han permitido que muchos de ellos y ellas logren estar un poco mejor”.

De esta forma, visualiza que los aprendizajes han estado centrados en la colaboración. “La mayor enseñanza es que sólo trabajando de manera coordinada y conjunta podremos sortear cualquier dificultad y que el uso de las plataformas tecnológicas pueden ser un gran aliado. Creo que el trabajo coordinado entre las Direcciones, las Zonas y los equipos ha permitido que podamos sacar adelante esta tarea”. Así también, avisora que una experiencia de vida, como lo ha sido la pandemia, también implica dejarlos en la memoria: “creo que es importante sistematizar esta experiencia, para que aquellos que se incorporarán más adelante puedan conocer, aunque sea de manera somera, el cómo se coordinó toda una institución para dar respuesta a las necesidades, tanto de los equipos como de los niños, niñas y adolescentes y sus familias”, indicó Andrea González.

Cada experiencia suma un valor desde lo vivido por cada persona en la pandemia. Fundación Tierra de Esperanza a partir de su trayectoria, destaca el trabajo de cada profesional al servicio de la niñez y adolescencia, lo que en más de 500 días en el contexto actual, ha sido ininterrumpido y con un trabajo impulsado con calidad técnica, donde el factor humano se reafirma en la misión institucional.