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En la actualidad, niñas, niños y adolescentes se enfrentan a diversos riesgos en su entorno cotidiano. En este contexto, es fundamental enriquecer sus experiencias mediante el conocimiento de los lugares que frecuentan, transformándolos en escenarios seguros de juego, socialización y aprendizaje, lo que se transforma en una oportunidad de contar con un plan familiar y comunitario que permita prepararse ante eventuales situaciones adversas y que ayude a identificar zonas seguras dentro del entorno habitual.

Para cambiar esta realidad, es fundamental que la sociedad co-construya planes de gestión del riesgo incorporando la voz de las niñas, niños y adolescentes. Ellos y ellas pueden aportar valiosas ideas para promover espacios de recreación, deporte y cultura que sean habitables, en armonía con la naturaleza y con una base de protección social. La seguridad infantil no puede ser diseñada sin ellos; es crucial que sean protagonistas en la configuración de sus propios espacios.

Un paso concreto en esta dirección es la identificación y construcción de rutas seguras hacia colegios, espacios recreativos y públicos. Esto implica trabajar junto a la infancia para reconocer los trayectos donde se sienten protegidos, así como los puntos estratégicos donde se encuentran redes institucionales de apoyo. Estos esfuerzos fortalecen el derecho de niñas y niños a la movilidad y al juego, refuerzan su sentido de pertenencia y promueven la corresponsabilidad social en su protección. Experiencias internacionales han demostrado la efectividad de esta metodología. Por ejemplo, en varias ciudades del mundo, se han implementado rutas seguras diseñadas con la participación de la niñez, garantizando trayectos más seguros y protegidos.

El psicopedagogo italiano Francesco Tonucci ha sido un referente en la promoción de ciudades amigables para la infancia, donde la participación infantil es clave en la planificación urbana. Su enfoque sugiere que si una ciudad es segura para un niño, lo será para todos sus habitantes.

Generar interacciones en los espacios comunitarios fortalece el tejido social y promueve relaciones de cuidado mutuo. La creación de entornos seguros y amables para la infancia requiere el compromiso de los adultos, quienes deben asumir su responsabilidad de proteger y resguardar a las nuevas generaciones. La seguridad infantil es un esfuerzo que involucra a toda la comunidad, desde las familias hasta los gobiernos locales y organizaciones sociales.

La construcción de rutas seguras es también una estrategia de empoderamiento y participación infantil. Si niñas, niños y adolescentes se sienten parte del diseño de sus entornos, desarrollarán una relación de mayor confianza y seguridad con su comunidad.

Fuente: Diario Concepción , lee aquí