Más de 60 niños, niñas, adolescentes y familias de la comuna de Galvarino, región de La Araucanía, y de Tomé, región del Biobío, participaron en las actividades organizadas por Fundación Tierra de Esperanza, con el objetivo de mitigar los efectos de la emergencia acontecida por los incendios forestales, a través de la contención emocional, recreación y talleres de arte.
Claudio Guerrero, coordinador de la Unidad de Gestión de Riego de Desastres de Fundación Tierra de Esperanza indicó que “las primeras acciones consistieron en la entrega de asistencia en Primeros Auxilios Psicológicos y la implementación de espacios seguros y amigables con actividades de juegos y arteterapia para ayudar a canalizar las emociones y recuperar los espacios de socialización”.
Alex Mellado, licenciado en Arte y profesional del programa PAI Newenche Temuco, de Fundación Tierra de Esperanza, fue uno de los que asistió al territorio de Galvarino para apoyar la iniciativa e indicó que “el arte es un herramienta poderosa que permite a los niños, niñas y adolescentes a expresar sus ideas y emociones en el contexto pos tragedia, en un ambiente protegido y colectivo. En este escenario contribuyó a hacer sentir compañía desde lo colectivo y poner en valor la experiencia vivida desde el relato visual de la infancia que muchas veces son postergadas en estos contextos debido a las primeras necesidades que son levantadas desde las familias y los adultos”.
Ambas actividades fueron coordinadas intersectorialmente, lo que permitió focalizar el trabajo. Para Andrea González, directora zonal sur de Fundación Tierra de Esperanza manifestó que “esta actividad forma parte de la misión institucional. Desde un primer momento nos activamos para ver la realidad que estaban viviendo los niños, niñas y adolescentes que participan en los proyectos, y sus profesionales. Asimismo, vimos la necesidad de que la Fundación se hiciera presente en las zonas afectadas”.


Fundación Tierra de Esperanza también estuvo con sus profesionales en el sector rural de San Antonio, en la comuna de Tomé, donde la escuela rural fue una de las afectadas. Claudia Barrios, trabajadora social del programa PAI Creser Concepción, indicó que “esta fue una experiencia enriquecedora. Participamos mucho jugando con los niños, escuchando sus relatos y haciendo primeros auxilios psicológicos. Hay que seguir trabajando. Hay gente que necesita mucho apoyo y mucha ayuda. Los niños estaban muy contentos, tuvieron una apertura muy favorable con nosotros como profesionales a pesar de que nos conocían, fueron muy lúdicos, muy genuinos, muy auténticos al igual que sus familias”.
Son distintas las historias que dan cuenta del impacto vivido, sin embargo, uno de los testimonios que se recoge es la preocupación de los niños y niñas porque su espacio de juego ya no es el mismo producto del incendio, al igual que la escuela del lugar.
Esta iniciativa continuará desarrollándose en otras localidades en coordinación con las instituciones pertinentes, con el propósito de seguir fortaleciendo las alianzas que apuntan a un mismo objetivo en beneficio de la comunidad.