Por Lorena Trujillo Padrón , Coordinadora Técnica Fundación Tierra de Esperanza. Mg. Psicología Clínica de la Adolescencia. Especialista en Psicodiagnóstico, Salud Mental y Trauma.  

A los múltiples cambios drásticos que nos ha traído la pandemia mundial del Covid 19, y que ha puesto en juego toda nuestra capacidad de adaptación, se añade otra, y que es el reconvertir nuestra tradicional forma de intervenir, para reemplazarla por intervenciones digitales.  

Sin duda, no es el contexto en el que nos hubiera gustado hacerlo, o con el tiempo de preparación ideal, sin embargo, al parecer tenemos varios elementos de contexto que pudieran hacer que esta transición sea menos compleja de lo que pensamos. Primero, que los/as usuarios/as de atención son precisamente los llamados “nativos digitales”, por lo que probablemente estén en mejores condiciones que nosotros para adaptarse a esta nueva forma de comunicación, y segundo, que la Telepsicología, TeleSalud, Tele Salud Mental o Intervenciones Digitales, no son algo nuevo en el escenario psicosocial y clínico. Su uso ha estado puesto con mucha validez, tanto con fines promocionales, preventivos e interventivos, con diferentes poblaciones y en distintos contextos.  

Como una forma de reducir la complejidad, y ante el bombardeo de información de estos días, hemos sugerido que cada equipo centre sus acciones en algunas cuestiones centrales:  

Primero, que actualice información por cada niño, niña, adolescente y su familia en torno a los recursos con que cuentan para esta nueva forma de comunicación. En general por la naturaleza de nuestro trabajo, sabemos mucho de ellos y sus vidas, entonces en esta misma lógica, hoy la invitación es a contar con esta otra información que será la base a partir de la cual podremos desarrollar esta nueva forma de trabajo.  

Lo segundo, es a reconocer que nuestro setting de intervención ha cambiado, por lo que el desafío hoy debiese ir en lograr, que tanto profesional como usuario/a, cuando se comunican, sientan que están allí presentes. Es decir, tener a disposición las Tecnologías de la Información (TICs) buscando el logro de una efectiva sensación de contacto y de encuentro comunicacional (Cantis Carlino, D.; Carlino, R., 1987). 

Lo tercero, es a organizar nuestros esfuerzos de diseño e implementación de las intervenciones reconociendo con claridad sus objetivos, alcances y el lugar a partir de cual surgen. Es así como hemos propuesto agruparlas en Intervenciones Sincrónicas, Intervenciones Asincrónicas e Intervenciones Mixtas, como una forma de reducir la complejidad y organizarnos cognitivamente al momento de diseñarlas. No podemos hacerlo todo al mismo tiempo, menos en momentos de crisis, por lo que en la medida que tengamos claras las necesidades más prioritarias de niños, niñas y adolescentes y los recursos con los que contamos para implementarlas, ello nos permitirá discriminar de mejor manera como damos curso a esta nueva forma de hacer las cosas, cómo priorizamos y donde ponemos nuestras mayores energías.  

A propósito de esta crisis, y a pesar de ella, la invitación es a encontrar en las intervenciones digitales “la forma” en que hoy podemos dar continuidad a los procesos de intervención que veníamos desarrollando. Hemos podido ver con gran satisfacción, cómo los equipos han desplegado su compromiso y alta capacidad de innovación en pro de seguir acompañando a los NNA y sus familias. En este sentido, el desafío es a asumir que ya no será el espacio físico común lo que nos una, que entramos en un nuevo lugar comunicacional con sus propias reglas que requieren de una cuota de colaboración de todos, cada cual desde su propio lugar, y donde nosotros como interventores tenemos el gran desafío de ir hacia la búsqueda para que esta forma conexión virtual, mantenga lo que siempre nos ha caracterizado: hacerla una conexión humana, que actualiza el vínculo y que permite al otro confirmar que seguimos estando allí presentes.