Por Claudio Guerrero, Coordinador de la Unidad de Gestión de Riesgos de Desastre

Las pandemias de gripe son fenómenos imprevisibles pero recurrentes que pueden repercutir en la salud de los seres humanos y en el bienestar económico en el mundo entero. La planificación y la preparación son imprescindibles para tratar de mitigar las consecuencias de una pandemia. La pandemia de gripe por A(H1N1) 2009 fue la primera del siglo XXI y  aportó una gran cantidad de información nueva que se sumó al creciente acervo de conocimientos ya establecido acerca de los virus de la gripe en la interfaz de los ecosistemas humano y animal.

La gestión del  riesgo ante una pandemia  considera los siguientes objetivos:

– fortalecer la capacidad para gestionar los riesgos sanitarios que derivan de todo tipo de peligros;

– incorporar la gestión integral de los riesgos en situaciones de emergencia en el sector sanitario; y

– facilitar y promover la vinculación e integración multisectoriales en todas las esferas del gobierno y de la sociedad.

 Como parte del  enfoque de gestión de riesgos se consideran actividades de preparación, respuesta y recuperación  en concordancia con las distintas fases de la gripe pandémica.

FOCALIZAR EN LA RESPUESTA  LA SALUD MENTAL Y EL APOYO PSICOSOCIAL

Ante una situación de epidemia/pandemia, es común que las personas se sientan estresadas y preocupadas. Algunas reacciones esperables en las personas son:

• Incertidumbre, ansiedad por la evolución del fenómeno y temor por la magnitud de éste.

• Miedo a contagiarse, a la cuarentena, a enfermar, a perder la vida.

• Evitar acercarse a los centros de salud por temor al contagio, aun cuando requieran de atención.

• Temor a no poder trabajar durante cuarentena o aislamiento, preocupación por no poder generar ingresos y/o de ser despedido del trabajo.

• Miedo a ser excluido socialmente o puesto en cuarentena, por ser asociado con la enfermedad (por ejemplo, discriminación hacia personas que han visitado o son de origen de país con virus circulando).

• Sentir impotencia por no poder proteger a sus seres queridos, y miedo a perderlos por el virus.

• Temor de estar separado de sus seres queridos y cuidadores debido a periodo de cuarentena o aislamiento.

• Sentimientos de impotencia, aburrimiento, soledad y tristeza debido al periodo de cuarentena o aislamiento.

• Riesgo de ser contagiado y contagiar a otros.

• Síntomas comunes de otros problemas de salud (por ejemplo, fiebre) pueden ser confundido con COVID-19 y producir temor por haber sido contagiado sin necesariamente estarlo.

• Madres, padres y cuidadores pueden sentir preocupación creciente, por dificultad de acudir a redes de apoyo tradicionales para el cuidado de los niños y niñas, muchas veces conformadas por adultos mayores (abuelos, abuelas, etc.)

• Riesgo de empeoramiento de la salud física y mental en personas con mayor vulnerabilidad y que dependen de cuidadores, como es el caso de personas mayores en situación de dependencia y personas con discapacidad.

• Al ser un escenario desconocido, riesgo de negación que conlleva a no asumir conductas de cuidado y protección de sí mismo y la comunidad.

• Generación de rumores y noticias falsas que circulan en medios y redes sociales que generan mayor incertidumbre y que promueven acciones o prácticas inadecuadas.

• Deterioro de redes sociales, dinámicas locales y fuentes de ingreso económico.

• Pérdida de la confianza en la información proporcionada por las autoridades.

Por otro lado, algunas personas pueden tener experiencias positivas al encontrar nuevas formas de afrontamiento y resiliencia. Frente a crisis, los miembros de la comunidad a menudo muestran un gran altruismo y cooperación, y las personas pueden experimentar una gran satisfacción al ayudar a otros. Algunas acciones de apoyo mutuo que han surgido durante COVID-19 han sido:

• Mantener contacto social con personas que podrían estar aisladas a través de llamada telefónica o redes sociales.

• Compartir mensajes con información clara y veraz dentro de la comunidad, especialmente hacia aquellos que no usan las redes sociales.

• Brindar asistencia y apoyo a personas que han sido separadas de sus familias y cuidadores debido a periodo de cuarentena.

• Generar organización comunitaria para compartir buenas prácticas y medidas de prevención y autocuidado.

Algunas de las acciones  para abordar la salud mental y el apoyo psicosocial

  1. Promover la Primera Ayuda Psicológica (PAP) como la herramienta recomendada para brindar apoyo psicosocial en esta fase de la emergencia. PAP es una respuesta humanitaria de apoyo a otro ser humano que ha estado recientemente expuesto a alguna situación estresante y que puede requerir asistencia. Presenta un bajo riesgo de iatrogenia por su simpleza, que permite su aplicación por personas con formación adecuada pero no necesariamente profesionales de la salud mental, y porque promueve varios factores que por evidencia favorecen la resiliencia: seguridad, calma, autoeficacia, conexión y esperanza.
  • Asegurar la existencia de un flujo de derivación asistida a personas con afectación de salud mental, y difundirlo a todos los que trabajan en primera línea de atención, de manera de que todos los actores que operan en la respuesta lo conozcan y utilicen.
  • Favorecer  estrategias para reducir miedo y  el afrontamiento no saludables (por ej., abuso de sustancias).
  •  Promover estrategias de afrontamiento protectoras de la salud mental y aquellas propuestas por la comunidad.
  • Facilitar una estrecha colaboración entre comunidades y servicios de salud, educación y bienestar social, y otros actores relevantes

Fuente:

  • Guía de Gestión del Riesgo ante una pandemia  de gripe. OMS.2017
  • Consideraciones de Salud Mental y Apoyo Psicosocial durante COVID-19: Recomendaciones para la acción. MINSAL 2020